jueves, 12 de junio de 2008

dimealgoquenosepa

Bogotá, cuatro de la tarde, un bus inmenso por la Séptima. Me subo y encuentro a un señor con un surtido de chipotes chillones verdes. A la derecha un puesto vacío junto a la ventana. Me siento y corro todo el vidrio. El viento entra y el sol brilla. Bogotá es así, temperamental. Es mujer y es temperamental; una combinación exquisitamente irresistible. El viento entra y hace sol. Y me parece que todo brilla. Y el cielo es azul y las nubes blancas y se forman halos de luz como cuando en los dibujos animados representan a dios. Y el cielo es azul y blanco y ese degradé me hace pensar que Bogotá con sol es como una pelinegra con una bufanda roja alrededor del cuello, que contrasta con su piel bronceada y su pelo negro, negro. Y me gusta de una vez. Y miro por la ventana y veo a la gente caminando. Una mona con gafas oscuras. Pero el cielo está muy azul y brilla. Y la pelinegra de la nariz perfecta. Y los carros pasan por el lado y cada persona tiene su historia, cuál será la de ella, con el manos libres y el uniforme de medicina? Quiero un carro. Quiero un carro? Si, quiero. Pero usaría bus de vez en cuando. Sólo de voyeur. Y el sol sigue brillando y en la ciento dieciseis me encandelilla y no dejo de mirar los edificios que construyen. Otra mona con gafas oscuras, vienen exportadas de China o qué? Y pasa una moto y me voy con ella. Y el sol brilla y brilla y pienso que ojalá Bogotá estuviera de buen genio todos los días.

Después caigo en cuenta de que me encantan las cabronas.


2 comentarios:

yacasinosoynadie dijo...

jajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajaj essselente

Carolina Plano dijo...

what?

El final de dejo confundida. Pero yo tambien me pongo a mirar por la ventana del bus y me imagino las historias de las personas.