lunes, 9 de junio de 2008

ynolallamo2

Una cara entre la multitud, mirándote fijamente como si te conociera mejor de lo que te conoces a ti mismo. Y la miro y no dejo de mirarla y me adivina el pensamiento. Y me enloquece saber que ya se va a ir y me produce una ansiedad terrible no volver a verla. Pero es momentánea, porque se acerca y me da un papelito mal rasgado y recién arrugado. Se va. Y cuando los pliegues del papelito cuadriculado se alisan, albergan un nombre y diez números.

Esa noche no la llamo. Ni al día siguiente. Ni el fin de semana siguiente. Y el lunes, el lunes a las diez de la mañana se me ilumina la cara con su voz.



Gracias, Sabina.


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