viernes, 12 de septiembre de 2008

memoriaolfativa

Antes de volver al salón lleno de corbatas a ver a Kevin Mitnick, me encontré en un sitio al que volví sin estrés y sin la sensación de que tenía a alguien respirándome en la espalda. Granizado y una chica que no veía hace mucho y con quien nunca había sostenido una conversación por más de cinco minutos, así me la encontrara casi a diario durante años.

Y en ese sitio que le compite al señor de la mula, pero que es un poco más acartonado, empecé a tener una alucinación auditiva. Empecé a pensar que de tanto escuchar esa canción la estaba reproduciendo repetidamente, ob-se-si-va-men-te, con altísima calidad en mi cabeza.

Pero lastimosamente no. GaGa sonaba por los parlantes de la tienda de café. "Gonna be ok... Just dance..." y tuve que hacer el comentario, ese comentario fuera de lugar que dice "yohabléconellayesunhit", ante la mirada que no entendía pero que olía a Paris Hilton.

Volver al salón de paredes rojas y nombre poco original. Ver a un tipo con cara de tío buena gente demostrar con unos tecleos que Internet es inseguro y tener el perfume que recuerdo en mi almohada a mi lado durante dos horas.

Hoy yo mismo me "hackié" la memoria auditiva y olfativa. Y el perfume se disipó con un adiós y un "miramitarjeta". Ella es queridísima, de verdad agradable, pero el olor que llevaba me hacía pensar en alguien más que seguro está ahora muy muy lejos y detesté en el momento.

Hoy creo que la vida es una colección de olores, sonidos y sabores. Sensaciones de piel suave y piel mojada. Sólo basta con estrellarse con algo que haga click en la memoria para devolverse estrepitósamente, y en un milisegundo, a un instante del que ni siquiera había rastros concientes pero que evidentemente está al alcance de un beat o un roce.

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