domingo, 3 de agosto de 2008

sentimientoeléctrico

Nunca debí haberme despedido ni caminar esa tarde gris, típica de Bogotá, hacia el otro lado. Nunca debí haberme levantado sin antes darme cuenta de que estaba solo, estando acompañado. Nunca debí haber tentado a la suerte dejando que "las cosas se dieran". Nunca debí haber creído que las cosas podían mejorar, ni que podía estar en paz estando en guerra, ni que después de la tormenta viene la calma. Porque esa calma nunca llegó, ni llega la paz y la tormenta sigue. Pero adentro.

Y afuera, el sol saluda, y hace frío, mucho frío
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